¿A dónde queremos llevarlo?por Daniela Loustalot Knapp Foto: Adrián Guadarrama Ramírez Hace unos cuantos veranos que decidí probar un nuevo deporte: Ultimate Frisbee. “Es como tocho pero con un frisbee”, es como me lo explicaban antes de que pudiera comprenderlo. También escuchaba que lo que lo hace increíble es que se juega mixto y que no se necesita un árbitro. El chiste es que el día que decidí entrenar por primera vez, no supe ni por qué pero quedé encantada y desde entonces, no he podido dejarlo. Al parecer es adictivo y nadie ha descubierto la razón. También es cierto que durante esos (relativamente pocos) veranos ha evolucionado de una manera apabullante. Dicen que de todos los deportes, está entre los que más rápido crecen y también que es el deporte del futuro. Cuando yo empecé a practicarlo, además de conocer el juego tuve que familiarizarme con tres características que definitivamente lo diferencian de cualquier otro deporte que yo hubiera practicado antes:
Reflexionando sobre estas tres características que posiblemente son las más usadas para vender el Ultimate y tres de las que yo más aprecio del deporte, me he dado cuenta de que la manera en que convivimos con ellas, tristemente puede no facilitar el pleno desarrollo de algunas personas en el deporte. El contar con una división mixta, necesariamente hace que se trasladen al deporte los problemas de género que tenemos como sociedad mexicana¹, a veces como prejuicios y a veces como violencias. La flexibilidad de la autorregulación nos permite ser complacientes cuando nos enfrentamos a una situación adversa; a veces llegamos a acuerdos por fuera del reglamento que aparentan una solución a corto plazo pero que a la larga resultan perjudiciales. Y el ser un deporte en crecimiento puede convertirse en una excusa para no exigirnos evolucionar, a veces podemos pensar que por estar en crecimiento está bien solapar cosas que sabemos que están mal, que en ese momento no queremos enfrentar, o que está bien permitirlas ahora y que cuando la comunidad crezca podremos regularlas sin temor a perder personas. Estos “lados oscuros” de mis tres características favoritas del Ultimate he podido encontrarlos en un sinfín de situaciones problemáticas dentro de la comunidad: en los torneos, en las ligas, en el operar de la Asociación y hasta en los equipos en los que he participado. *** Por ejemplo, es muy común en el Ultimate en México que en partidos mixtos un equipo (o ambos) cuente con muy pocas jugadoras, en comparación con la cantidad que tiene de jugadores. Como ambos equipos tienen muchas ganas de jugar, deciden llevar a cabo el partido con menos mujeres que hombres en campo en todos los puntos. A veces ni siquiera es necesario hacer explícito el acuerdo, en México está normalizado jugar todo un partido con una proporción de cuatro hombres y tres mujeres (4H:3M) e incluso ni pensar en la posibilidad de cambiarlo durante el partido. Las decisiones de los equipos para actuar de esta manera pueden tener distintas motivaciones: a veces se piensa que es lo mejor para que todas las personas de un equipo jueguen una cantidad proporcional de puntos (como hay más hombres en un equipo, los hombres deben jugar más puntos que las mujeres); a veces es porque exigirle a las mujeres jugar todos los puntos sin descanso podría ser peligroso para ellas; y a veces son tan pocas las jugadoras que ni teniéndolas a todas en el campo todos los puntos alcanza para completar una línea de cuatro mujeres (a veces ni de 3 mujeres). Esto se podría deber a que nuestro deporte está en crecimiento y es “natural” que haya menos mujeres que hombres. Viene de nuestra sociedad machista que sean pocas las mujeres a las se les fomenta la cultura del deporte. Y como el deporte es autorregulado, tenemos el poder de hacer un acuerdo que nos permita jugar. En el caso de este ejemplo, el acuerdo podría ser jugar siempre con la proporción 4H:3M, o incluso hasta cambiarla a 5H:2M o alguna otra opción que aunque esté fuera del reglamento, si ambas partes están de acuerdo y “se benefician” de ello, se les permite. En ésta, la explicación más razonable que encontré de este fenómeno, se encuentran los tres pasos que mencioné antes: el prejuicio de género, el poder de la autorregulación y la justificación de estar en crecimiento. No se mal entienda: no siempre está mal justificar algo con que estamos en crecimiento, pero si acompañando a la justificación, la respuesta a la pregunta: “¿y qué estamos haciendo para que eso cambie?” es nula, entonces es solamente una excusa y es cuando en nada ayuda. La situación de este ejemplo en particular tiene una consecuencia que no siempre es tan evidente pero que cada que la resolvemos de esta manera, contribuimos al estancamiento de nuestro Ultimate mixto. Se vuelve una bola de nieve porque al tener pocas mujeres en el equipo,siempre son una minoría en el campo, lo que disminuye su participación² en el juego (en cuanto a posibilidades de tocar el disco, hacer defensas, hacer goles) y al disminuir su participación, se retrasa su desarrollo, lo que al final impacta en el desempeño de todo el equipo. Y llevado a escalas más grandes, retrasa el progreso de la escena mixta del Ultimate mexicano. *** En los años que llevo jugando, he presenciado varias situaciones similares: llegar a un juego esperando que el otro equipo no nos pida jugar con cuatro mujeres porque ya estamos muy cansadas o somos muy pocas; como celebrar partidos por fuera del reglamento con proporciones de género como 6H:1M y 5H:2M en vez de las tradicionales de 4 y 3; como mandar cuatro mujeres como estrategia pero no por ser nuestras jugadoras claramente mejores que las del otro equipo sino para anularlas por cansancio; como estar en o ver equipos mixtos sin capitanías mixtas; como presenciar torneos oficiales en los que hay equipos con cuatro o menos jugadoras. Si tú has presenciado situaciones similares, me encantaría poder leerlas en los comentarios. *** Me gustaría concluir reiterando que tenemos frente a nuestros ojos un enorme fenómeno llamado Ultimate Frisbee que por una cadena de muy afortunadas consecuencias, está en proceso de formalizarse y que con seguridad puedo afirmar que ha cambiado vidas de maneras muy positivas. Pero tenemos que tener claro como comunidad que las características que nos pueden hacer disfrutarlo como el deporte de nuestros amores, como herramienta de transformación social, de paz y de creación de espacios seguros, también nos pueden jugar chueco si no las asumimos con responsabilidad y con inteligencia. Invito a las personas que hoy me leen a reflexionar sobre las acciones que como deportistas, como ultimateros, pueden contribuir a beneficiar o estancar al deporte. ¿Qué tanto de lo que hacemos hoy o de lo que hoy vemos normal en verdad ayuda al futuro del deporte? ¿Qué tanto sólo resuelve un problema a corto plazo? Las invito a pensar qué podemos hacer para que este deporte donde somos tan felices, crezca, llegue a más personas, eleve su nivel y lo más importante: sea un espacio seguro y de pleno desarrollo para todas y todos. ¹La sociedad mexicana está catalogada como una de las más violentas en cuanto a género en el mundo. Ser mujer en México significa estar expuesta de manera cotidiana a la violencia, desde micromachismos (frases machistas o sexistas que te desvalorizan u objetifican) hasta hostigamiento, acoso, violencia sexual e incluso a la muerte.
²Un estudio profundo de cómo estos dos eventos están relacionados puede encontrarse en este artículo de Ultiworld.
1 Comentario
Noemí Montiel
6/26/2019 08:43:28 pm
La situación que he vivido como jugadora de Ultimatre Frisbee, desde que decidí ser parte de él ha sido un constante "no hay mujeres suficientes".
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