Por Eric Tolson
Lugar de Enunciación Todo discurso tiene un lugar desde el cual se enuncia. Este lugar es siempre un cuerpo, situado en un espacio geográfico y un momento histórico determinado que devienen en un contexto sociocultural particular. Por consecuencia, este lugar es ineludiblemente político.(1, ver notas al pie.) Escribo desde las múltiples contradicciones que me y nos atraviesan, como personas, como sujetos, como comunidad de disco volador y como sociedad en que vivimos. Escribo con un cuerpo masculinizado y todos los privilegios y problemáticas que ello implica, en el México del Siglo XXI, territorio tristemente marcado por las garras de una guerra en contra de las mujeres. Vivo en un país donde 10 o más mujeres son asesinadas diario simplemente por ser mujeres, mientras que inumerables otras son esclavizadas en la trata de personas y forzadas a la explotación sexual. Otras mujeres son desaparecidas, dejando a sus familiares en una inconmensurable pena en la larga búsqueda de sus seres queridos, con esperanza de volver a verles. Escribo con el cuerpo de un niño que ama el disco volador; que vive para verlo volar y se regocija de perseguirlo todos los días de su vida. Cuando era más pequeño, me enamoró inicialmente la magia de ver el vuelo embobante del disco en el aire. Después, en mi juventud y adolescencia, fue la comunidad del disco volador la que hizo que permaneciera en el deporte. En el ultimate he encontrado un sinfín de amistades con quienes compartir la dicha de jugar. Me he visto sujetado y contenido por una red de apoyo que me ha acompañado en mi formación y crecimiento a lo largo de la vida; un entramado de afectos que se teje dentro y fuera de la cancha a nivel local y nacional, extendiéndose hasta otros países. Escribo en un momento coyuntural donde esta comunidad que se jacta tanto interna como externamente de ser muy unida (y en verdad ha sido un espacio de cobijo, apoyo, acompañamiento y pertenencia para muchas personas durante años) se ve afectada y movida por una reciente ola de denuncias de violencia machista. En estas denuncias, nuestras compañeras señalan diversos actos de violencia machista (sexual, emocional, psicológica) ejercida por hombres que son jugadores y miembros de nuestra comunidad. Escribo desde la inquietud de reflexionar sobre la dimensión ética de mi propia práctica como promotor del disco volador. Al invitar a mis estudiantes (muchas de ellas mujeres jóvenes y adolescentes) a integrarse en una comunidad donde están saliendo a la luz estas violencias machistas, me pregunto seriamente: ¿a qué tipo de comunidad les estoy integrando? ¿A qué tipo de espacios les estoy adentrando? ¿Les estoy exponiendo y poniendo en riesgo de violencia? ¿Qué tipo de responsabilidad y agencia puedo yo tener en esto? Escribo desde una masculinidad en crisis. Con un profundo respeto y admiración por los movimientos feministas y las mujeres organizadas con quienes he tenido la fortuna de compartir la cancha y la vida. Hablo desde la genuina solidaridad, escucha y empatía con los cuerpos feminizados, las disidencias sexogenéricas/afectivas y las sobrevivientes de violencia machista. Hablo sintiendo una profunda incomodidad con mi propio cuerpo, sin saber bien cómo posicionarme ni cómo actuar ante estas coyunturas que me son profundamente significativas en un nivel político y también afectivo. Desde la contradicción constante y el titubeo errático de no saber qué hacer pero querer hacer algo; saber que toca hacer espacio para escuchar y amplificar otras voces y a la vez no poder simplemente guardar silencio. Hablo desde una necesidad muy propia, específica y localizada de hacer sentido de una experiencia acuerpada, pero también lo hago con esperanzas de servir como traductor entre diferentes mundos que habito y que me habitan. Pero hablo, sobre todo, para dialogar. Para escucharles y para escucharnos. Espíritu de Juego, Violencia Machista y Justicia Restaurativa: con qué se come y a quién !”#$=(?* le importa Espíritu de Juego, o De Cómo Filosofar con un Disco Si el abrazo constante de la comunidad es lo que hizo que me quedara en el ultimate, el Espíritu de Juego (EDJ) es lo que ha hecho que decida que vale la pena dedicarle mi vida tanto a su práctica como a su promoción. Veo en él un poderoso potencial como herramienta de transformación de la realidad social y de las relaciones de poder, a través de nada más y nada menos que un juego, que es el modus aprehendere por excelencia de nuestra especie. La WFDF define el EDJ como “el comportamiento consciente antes, durante y después de un partido de Ultimate, en un esfuerzo mutuo por proteger la sensación básica de disfrute del juego.” Para mí esto implica un potente ethos de autogestión, tanto individual como colectivo. Ante la ausencia de un árbitro u otra figura de autoridad central, no tenemos más que confiar en nosotras mismas para regular y hacer suceder el juego de manera justa, equitativa y divertida. Creo que esto genera un potencial riquísimo de aprendizaje y transformación al plantearnos otras formas de ser y hacer sociedad distintas a los modelos más tradicionales y hegemónicos, caracterizados por estructuras jerárquicas y relaciones de dominación, reforzadas muchas veces a través del castigo. Es por esto que he decidido dedicar mi vida a la promoción del ultimate y del Espíritu de Juego como espacio y herramienta (respectivamente) para la transformación social. Específicamente he decidido hacerlo con juventudes, aspirando a abordar y problematizar las relaciones de género. Contemplo esta como mi vocación ontológica, lo cual me ha llevado a reflexionar muchas experiencias a la luz del Espíritu de Juego como apuesta política. Justicia Restaurativa: Una Alternativa al Castigo La justicia restaurativa es una visión de justicia que se plantea como alternativa a la justicia penal, que ha sido la norma en nuestras sociedades y que se caracteriza por un ethos punitivo (es decir, basado en castigos). Parte de la crítica que se hace desde la visión restaurativa a la justicia punitiva es que históricamente ha servido para mantener estructuras jerárquicas de poder y dominación entre grupos sociales, ya que afecta principalmente a comunidades racializadas y económicamente marginadas por medio de su criminalización y encarcelación. La justicia restaurativa es radicalmente diferente en muchos sentidos. Por un lado, parte de una visión comunitaria. Los actos de violencia no suceden en un vacío social y no implican únicamente a las partes agredidas y agresoras. Suceden en el entramado de un tejido social. Por lo tanto, ni la responsabilidad ni el daño de los actos violentos yacen sólo en las partes más directamente involucradas, sino en toda la comunidad a la que pertenecen. La comunidad es vista como parcialmente responsable y también afectada por los actos de violencia que en ella suceden. Por consecuencia, distintos miembros de la comunidad podemos tener cierto grado de co-responsabilidad en el agravio y desempeñar algún papel en la reparación del daño. Por otro lado, la justicia restaurativa se distingue de la punitiva en tanto que no busca encontrar culpables para castigar. Busca establecer un diálogo entre las diversas partes afectadas con mira a reparar los daños hechos y encontrar sanación, tanto individual como colectiva. Para ello, es fundamental que las personas que sufrieron actos de violencia por parte de otros puedan ser escuchadas, reconocidas y valoradas por su comunidad. Las personas agredidas pueden y deberían ser las protagonistas en estos procesos, y tener la agencia de decidir cómo deberían llevarse en la búsqueda de justicia y sanación. El proceso restaurativo puede incluir a los agresores y tratar de interpelarlos el diálogo, si es que se siente seguro y viable como una posibilidad de sanación para las partes más afectadas y para la comunidad, según el entramado social específico y las necesidades particulares de las partes agredidas. (2) De igual manera, es fundamental que las personas que han cometido actos de violencia den la cara y se responsabilicen ante la gente que agredieron y ante su comunidad. Es importante que las personas que han violentado a otras escuchen y reconozcan genuinamente cómo y por qué lo que hicieron lastimó a las involucradas y a la comunidad (3). Responsabilizarse de la violencia ejercida como un acto que se inscribe en un contexto más amplio de violencia machista, es parte de la sanación más integral necesaria para transformar el paradigma patriarcal. Solo desde ese entendimiento se puede abrir el camino a la reparación y el bienestar comunitario. Para que esto realmente pueda suceder, el espacio comunitario de diálogo tiene que ser un espacio seguro y, en el caso específico de la violencia de género, feminista. Esto no sucederá de la noche a la mañana. No estamos hablando de un solo espacio de diálogo único y universal, sino de muchos espacios de diálogo entre distintas partes que vayan tejiendo gradualmente la confianza y cercanía afectiva que brindan cohesión social y seguridad emocional. Es un proceso emergente: una gran conversación comunitaria a partir de muchas conversaciones de diversos tamaños, en distintos formatos y a varias escalas. Una vez reconocidos los daños infligidos a las diversas partes y a la comunidad, se puede abrir el diálogo para explorar soluciones que busquen resarcir el daño y posibiliten la sanación. Muchas veces el simple reconocimiento del daño ocasionado y una sincera disculpa es suficiente. Otras veces es necesario incurrir en reparaciones materiales si el daño pasó por ahí. En realidad, depende enteramente de la comunidad y de las partes involucradas, pero sobre todo, de las necesidades específicas de las personas agredidas. En este sentido, la justicia restaurativa siempre se teje a la medida de la comunidad que la esté practicando. Es una práctica localizada, dado que se centra en los hechos específicos de violencia que tuvieron lugar y en las necesidades particulares de las personas más afectadas de la comunidad. La justicia restaurativa tiene la salud y la sanación del tejido social como fin y como medio a la vez.(4) Violencia Machista y Patriarcado “El feminismo es la idea radical de que las mujeres son personas.” - Marie Shear Dice la ONU: “La violencia de género se refiere a los actos dañinos dirigidos contra una persona o un grupo de personas en razón de su género. Tiene su origen en la desigualdad de género, el abuso de poder y la existencia de normas dañinas. El término se utiliza principalmente para subrayar el hecho de que las diferencias estructurales de poder basadas en el género colocan a las mujeres y niñas en situación de riesgo frente a múltiples formas de violencia. Si bien las mujeres y niñas sufren violencia de género de manera desproporcionada, los hombres y los niños también pueden ser blanco de ella. En ocasiones se emplea este término para describir la violencia dirigida contra las poblaciones LGBTQI+, al referirse a la violencia relacionada con las normas de masculinidad/feminidad o a las normas de género.” Sucede en diversos ámbitos de la vida social como la familia, el trabajo, la escuela, la comunidad, etc. y las hay de diferentes tipos: física, sexual, psicológica, emocional, económica, patrimonial, digital, etc. Es decir, no se trata de uno u otro acto aislado, sino de un paradigma que nos atraviesa estructural y culturalmente como sociedad. Si bien es importante reconocer que hay matices dentro de estos diversos tipos de violencias (no es lo mismo la violencia verbal que el feminicidio) todas estas suceden en un continuo, como lo explica gráficamente el violentómetro. Tienen en común un mismo patrón subyacente. Una estructura de poder y dominación que llamamos patriarcado y que subvierte a mujeres, niñas y otros cuerpos feminizados ante los hombres, posibilitando todas estas violencias. Por eso en nuestro contexto puede más acertado hablar de “violencia machista” o "patriarcal" específicamente que “violencia de género” en abstracto.(5) Todas estas violencias suceden en un mismo continuo estructural y sistémico donde las formas más cotidianas y sutiles sirven para reafirmar y mantener el paradigma central que las sostiene, que es el machismo o patriarcado. De igual forma, las expresiones más exacerbadas de estas violencias (como el feminicidio) hacen que parezca que las otras formas más cotidianas de ella no parezcan tan graves y por lo mismo se normalicen, arrojándonos a un vicioso espiral de violencia interminable. En este sentido, la tolerancia a cualquiera de estos actos dañinos por parte de instituciones como el Estado u otras autoridades, o incluso por parte de una comunidad, son formas de violencia en sí mismas. En resumen, todos estos dolores son diversos síntomas de una misma enfermedad que padecemos como sociedad: el orden patriarcal.(6) Algunos tejidos que empiezan a emerger… “Somos lo que hacemos para cambiar lo que somos.” - Eduardo Galeano Espíritu de Juego y Perspectiva de Género: Poniéndonos las Gafas Violetas Como dije antes, tiendo a reflexionar la realidad social y política a la luz del Espíritu de Juego como apuesta y propuesta que ofrece un potencial de transformación. El caso de la violencia machista no es la excepción. Primero que nada, yo te creo. Y todxs deberíamos creerte. Es verdad y válido simplemente porque tú lo dices. Tu experiencia es válida en tanto que vivida. Nadie haría un llamado en la cancha, ni una denuncia de violencia machista, sino tuviera motivos para hacerlo. En la cancha, porque ningún atleta respetable quiere ganar con trampa. En el caso de las denuncias, porque difícilmente alguien se expondría a ese proceso doloroso, incómodo y vulnerable de confrontación, conflicto y potencial revictimización si no estuviera convencida de que su experiencia encarnada es válida. Lo que en el ultimate muchas veces llamamos “beneficio de la duda” (aunque yo prefiero llamarle “asumir buenas intenciones”), en el estadio de la violencia de género se traduce a un voto de confianza radical en la experiencia vivida de las mujeres y otros cuerpos feminizados y violentados. Negar estas denuncias, o incluso presentar el más mínimo grado de escepticismo o cualquier cosa que no sea una contundente aceptación y pleno reconocimiento de esa experiencia como válida, es un tipo de violencia bastante grave en sí misma.(7) Situación de juego: cachaste el disco cerca de la línea y la gente más cercana a la línea te dice que caíste fuera. No estabas viendo ni tus pies ni la línea porque estabas viendo el disco. En otras palabras, no tienes una buena perspectiva y las otras personas (no importa de qué equipo sean), sí. ¿Qué haces? Aceptas el llamado de una, sin chistar. De igual manera, si fuiste socializado como hombre, y escuchas que una mujer fue violentada o se sintió agredida, no tienes otra responsabilidad más que ejercer una escucha activa, sensible y empática, aceptando su verdad como válida a priori. ¿Por qué? Porque las formas en que nuestros cuerpos y subjetividades se construyen en sociedad codifican las experiencias que vivimos, y hay experiencias a las que simplemente no nos hemos sensibilizado ni expuesto al crecer socializados como hombres en una cultura patriarcal. Por otro lado, hay un montón de experiencias de la realidad que, codificadas y descodificadas por los cuerpos feminizados y de otras formas oprimidos, han dado pie a la teoría feminista. Tenemos la fortuna de vivir en una época en la que tenemos acceso a esta lectura feminista de la realidad por los medios digitales, y podemos “ponernos las gafas violetas” para abrir nuestros sentidos a otros mundos que hasta ahora nos han sido desconocidos y con los que tenemos muchísimo por dialogar y aprender. Ahora bien, quizá nunca podamos tener la experiencia total y encarnada de vivir en un cuerpo feminizado. Los hombres nunca podremos vivir en carne propia lo que es ser mujer. ¿Esto nos impide acercarnos a ello para conocerlo? ¡No! ¡Todo lo contrario! Al ser una forma encarnada de vivir el mundo radicalmente diferente a la nuestra, las posibilidades de acercarnos a conocer esas diferencias son infinitas. Nunca habremos exhaustado la biblioteca feminista, nunca agotaremos la riqueza infinita de las experiencias de las mujeres y otros cuerpos feminizados o de otras subjetividades subalterizados, nunca acabaremos de reconocer la infinita singularidad de la otredad. En esa infinita singularidad está la infinita riqueza de encontrarnos. Aprendamos a escuchar las vivencias de las sobrevivientes de violencia (y de las demás otredades con quienes convivimos) como válidas en sí mismas, partiendo de la premisa de que nadie haría una denuncia (así como nadie haría un llamado en cancha) si no la creyera fundamentada. Desarrollemos la sensibilidad para reconocer que simplemente hacer sentir a alguien agredida o violentada ya es suficientemente grave en sí mismo, más allá de las circunstancias específicas en las que se haya dado la interacción. Esta escucha sensible se vuelve tanto más fácil y significativa en el momento en que reconocemos que todas hemos errado. Todas hemos cometido alguna vez una falta, ya sea dentro o fuera de la cancha. Me parece mucho más honorable reconocer y responsabilizarse de los errores propios que ostentar vivir libre de pecado y andar por la vida señalando a otros. En el caso particular de la violencia machista, todos los hombres la hemos ejercido en algún momento, probablemente contra algunas de las personas a quienes más queremos. Algunos la habrán ejercido de formas más o menos sutiles, con mayor o menor frecuencia, en distintos grados de agresividad y zaña. Pero precisamente al vivir inmersos en una sociedad machista, somos cómplices y artífices del sistema patriarcal que subyuga a las mujeres y demás cuerpos feminizados. Cuando digo que todos hemos sido violentos en algún momento, no es porque piense que cada hombre individualmente sea un cabrón despiadado. Me refiero más bien a que el patriarcado o el machismo es un sistema sociocultural, y eso es precisamente lo que lo hace tan esquivo y difícil de transformar. Nada de esto es para cargarlo con culpa, ni para flagelarnos, ni para rendirnos en desesperanza. Sino para reconocer que como cuerpos masculinizados tenemos una perspectiva sesgada y que al reconocerlo se abre la posibilidad de cambiar. En otras palabras, es un llamado a corresponsabilizarnos y jugar nuestro papel en la reparación de una herida muy profunda que le duele a nuestra sociedad ampliamente y a nuestra comunidad de disco volador específicamente. La belleza del Espíritu de Juego está en que nos da una oportunidad de aceptar nuestros errores y enmendar la situación cuando cometemos una falta. La belleza del círculo de espíritu es que si además de cometer una falta cometemos el error de contestarla, nos da una segunda oportunidad de reconocer nuestros errores en frente de los otros, de la comunidad, y responsabilizarnos. La belleza de la justicia restaurativa es que nos abre la posibilidad de resarcir el daño, rindiendo cuentas a las afectadas y a nuestra comunidad. La belleza de una comunidad sana es que nos acompaña mientras nos reta a crecer y ser la mejor versión de nosotras mismas, individual y colectivamente. Sabemos que una comunidad alberga la capacidad para la salud y resiliencia cuando nos ofrece gestos equilibrados de tensión y contención, de confrontación y apapacho, de desafíos y cuidados. El Espíritu de Juego como Práctica Restaurativa Veo muchos paralelismos entre el Espíritu de Juego y la justicia restaurativa. El primero es el enfoque restaurativo. Dice el reglamento de ultimate en el apartado 1. Espíritu de Juego: “Se confía en que ningún(a) jugador(a) incumplirá las reglas intencionalmente; es por ello que no existen sanciones severas por incumplimientos. En cambio, sí existe un método para reanudar el juego, de manera que se simule lo que probablemente habría ocurrido si no hubiese existido el incumplimiento”. Confiamos en la integridad de cada jugadora, por lo tanto no hay castigos ni penalizaciones. Al igual que en la justicia restaurativa, el EDJ no busca normar el cumplimiento del reglamento como un fin en sí mismo, sino reanudar la jugada como si no hubiera sucedido la infracción o la falta. En otras palabras, busca reparar el daño. El segundo es la dialogicidad. El método base para abrir las posibilidades de resarcir el daño, tanto en el ultimate como en la justicia restaurativa, es el diálogo. Cuando hay un llamado, primero lo dialogan las partes involucradas. Si no se puede resolver entre las partes involucradas, acudimos a otros que puedan tener una mejor perspectiva o simplemente una diferente. Si el diálogo en un llamado no es suficiente para reestablecer un sentimiento básico de justicia y cohesión comunitaria, entonces podemos dialogarlo entre puntos, en la banda, en un tiempo fuera, o en el círculo de espíritu después del partido. Dice también el reglamento en el mismo inciso: “Si hubiera un incumplimiento deliberado o exagerado de las reglas o el Espíritu de Juego, lo(a)s capitane(a)s deberán discutir y determinar una solución apropiada, incluso si esa solución no es acorde a ninguna regla concreta.” Esto implica que, por encima de las reglas, las normas y las leyes, están la palabra y quienes la usan; el diálogo y la comunidad. El Espíritu y la justicia restaurativa tienen como centro el bienestar y la cohesión comunitaria, y como plataforma para lograrlo el círculo de palabra. Un círculo de Espíritu como los que hacemos al final de cada partido (o como hacemos en los conflictos que escalan al punto de necesitar llamar un tiempo de espíritu) es muy parecido a un círculo restaurativo. Los círculos de diálogo son la práctica por excelencia de la justicia restaurativa. ¿De qué otra forma podríamos conocer y entender las experiencias de las partes afectadas? ¿De qué otra forma podríamos responsabilizar a quienes agredieron y a nosotras más ampliamente como comunidad? El siguiente es el enfoque comunitario. Recientemente viví una serie de discusiones respecto a la relevancia de los círculos de Espíritu en un torneo. Mi compañero y amigo me dijo que él y su equipo ya no promovían los círculos de espíritu porque lo veían simplemente como “un espacio de desahogo” y consideraban que “la gente tiene que madurar”. Yo no lo veo así. Yo creo que el propósito del círculo de espíritu es cuidar la cohesión comunitaria. Por eso nos intercalamos entre jugadores de diversos equipos y nos abrazamos formando un solo cuerpo social; una comunidad que cuida de sí misma a través del juego y del juego a través de sí misma.(8) En este círculo se van trascendiendo las polaridades de “nosotros” vs “ellos”, los “buenos” y los “malos”. Esta dicotomía es central en el paradigma de la justicia penal y punitiva y en los sistemas de dominación y explotación que sostienen. Por eso mismo buscamos trascenderlas en las prácticas restaurativas. En estas, la comunidad como totalidad es tan responsable como es afectada. Y por eso el círculo de palabra es el espacio ideal para abordar y transformar el conflicto. El espacio ideal para sanar. El último es el ethos autogestivo de corresponsabilidad y de autorregulación o autogobierno comunitario. Sea un círculo de espíritu o uno de justicia restaurativa, lo que hacemos simplemente es acompañarnos mutuamente y hacer sentido en colectivo de lo que vivimos. Si hubo conflicto, que las partes involucradas cuenten su versión de los hechos. Si es relevante, que otras personas (testigos, gente cercana, líderes comunitarios y de equipos) aporten sus puntos de vista.(9) En los círculos de espíritu es dónde más he tenido la oportunidad de atestiguar (y de ensayar) prácticas restaurativas como el reconocimiento de los errores propios y cómo esto impacta en los otros y en el bienestar colectivo. Son espacios para nombrar lo que estamos siendo en comunidad. Son momentos para reconocer cómo estamos siendo, incluso si eso implica partes de nuestra conducta que no nos gustan porque lastiman a otras y a nosotros mismos en el proceso. Es ahí donde se abre una posibilidad de cambio. Al nombrar en voz alta frente a otras que uno erró. Al responsabilizarnos de nuestros actos cara a cara frente a nuestros congéneres. Comprometiéndonos a cambiar frente a la misma comunidad que nos sujeta, nos contiene, nos abraza, nos acompaña, nos apapacha, nos apoya y también nos señala, nos reta, nos confronta y nos corresponsabiliza, según necesitemos. Un Llamado “No sabemos todo lo que puede un cuerpo.” - Baruch Spinoza En conclusión, esto es un llamado. Es un llamado (como muchos otros) a hacer comunidad, pero a hacer y a ser comunidad tejida en diálogo. El diálogo como espacio de encuentro y de problematización, como modo de relación con el otro y con el mundo, como meta en sí misma y como método para lograrla, como herramienta práxica y como horizonte político para transformar la realidad social. Hago una invitación a la comunidad del ultimate en general (a individuos, grupos afines, equipos, instituciones, asociaciones y a la federación) a adoptar perspectivas y prácticas restaurativas y feministas en sus espacios, sus dinámicas, sus protocolos y procedimientos. Si bien considero importante que las instancias más altas (como la federación) tomen cartas en el asunto, creo que el mayor regalo que me ha dado el ultimate a través del EDJ es la práctica de la autorregulación. Es momento de autogestionar nuestras propias soluciones, protocolos y procesos comunitarios. Extiendo un cándido ofrecimiento a los hombres y otros cuerpos masculinizados a acompañarnos y cuidarnos en el proceso de escuchar, reflexionar y sensibilizarnos con las perspectivas feministas en un intento por cultivar subjetividades alternativas a la masculinidad hegemónica en este proceso de liberación colectiva. Intentar afrontar este proceso de forma individual solo reforzaría el modelo hegemónico de masculinidad que decimos que nos lastima y contra el cuál hoy nos rebelamos. Hago un llamado a organizarnos entre personas afines e interesadas en el tema, encontrándonos en grupos mixtos y separatistas. Tanto los grupos mixtos como separatistas tienen sus propias posibilidades y su valor. Invito a no verlos como antagonistas opuestos, sino como complementos necesarios en una lucha que nos interpela a todas, todos y todxs. Incito a todxs lxs entusiastas del deporte de disco volador a promover el deporte y su filosofía, el Espíritu de Juego, con este enfoque restaurativo y otras posibles manifestaciones de su potencial transformador. Creo fervientemente que el Espíritu nos permite practicar las habilidades socioemocionales que más necesitamos como personas y como sociedad para navegar los retos que nos atraviesan en esta era. Sobre todo, nos invito a encontrarnos y a seguir dialogando. Estamos lejos, infinitamente lejos, de haber explorado todo lo que es capaz de hacer un cuerpo social, todas las formas de ser comunidad. Notas: 1)Quiero agradecer abiertamente a Camila Ramirez Araujo, a Gaby Quintanilla y a Daniela Ramírez por sus revisiones y aportaciones a este texto y a esta reflexión en diálogo más ampliamente. 2)Yo sé que esto es profundamente delicado y quiero dejar en claro que jamás promovería que ninguna sobreviviente de violencia haga cualquier cosa que la haga sentir vulnerada, revictimizada o insegura. Simplemente hago un esfuerzo por esbozar la visión restaurativa en la amplitud de su espectro, declarándome abiertamente inexperto en el tema de forma teórica ni práctica. 3) Otro punto delicadísimo. Para que esto pueda suceder, quizá antes de poder afrontar a la comunidad o a las partes agredidas, el agresor debe ser confrontado por otras personas cercanas a él. Otros hombres que identifican estas violencias pueden asumir su responsabilidad en ser parte de la solución e intervenir. Aquí es donde la construcción de otras masculinidades y la reconfiguración de nuestros lazos afectivos entre hombres pueden jugar un papel importante para romper el pacto patriarcal y poner nuestra voluntad al servicio del movimiento, de la comunidad y de las partes agredidas. 4) Aquí un ejemplo de una propuesta de respuesta ante una denuncia de violencia machista desde la mirada restaurativa: ¿Qué puedo hacer si denuncian a un amigo? 5) Si bien el paradigma patriarcal nos lastima también a los hombres encasillándonos en una masculinidad tóxica y autodestructiva, somos nosotros mismos quienes nos estamos lastimando unos a otros con estos mecanismos. En otras palabras, son heridas autoinflingidas. Cuando se asoma el discurso androcéntrico de que “los hombres también somos víctimas de violencia”, pasamos por alto que en esas agresiones los victimarios casi siempre son hombres. Me interesa llevar la atención no tanto al hecho de que también podamos ser víctimas, sino al patrón común donde la violencia y dominación están medularmente tejidas en nuestra concepción actual de la identidad masculina. 6) Más sobre los tipos de violencia machista y las formas en las que opera en este enlace. 7) En otras palabras: “no lo haga, compa”. 8) Más adelante en ese mismo torneo, ese mismo amigo, compañero y rival, terminó uno de nuestros partidos sintiéndose ultrajado por mí y por mi equipo. No fue sino hasta el círculo de Espíritu al final de partido (convocado por mi equipo) que él tuvo la oportunidad de airear sus sentires. Al ofrecer un espacio de contención, reconocimiento y escucha, se restableció la cohesión social entre los dos equipos y se llegó a cierta sensación de sanación, o por lo menos de clausura. El círculo fue emotivo y se compartieron sensaciones vulnerables en torno a la masculinidad y otros temas. 9) Naturalmente, en los casos de violencia de género, al ser temas mucho más delicados y sensibles, los círculos restaurativos no pueden ser espacios de diálogo abiertos a cualquier tipo de participación ni participantes. Requiere un alto grado de confianza entre las partes y sensibilidad de las participantes.Principalmente una sensibilización a la perspectiva feminista para evitar a toda costa la revictimización o incurrir en ahondar el daño de cualquier otra forma.
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¿A dónde queremos llevarlo?por Daniela Loustalot Knapp Foto: Adrián Guadarrama Ramírez Hace unos cuantos veranos que decidí probar un nuevo deporte: Ultimate Frisbee. “Es como tocho pero con un frisbee”, es como me lo explicaban antes de que pudiera comprenderlo. También escuchaba que lo que lo hace increíble es que se juega mixto y que no se necesita un árbitro. El chiste es que el día que decidí entrenar por primera vez, no supe ni por qué pero quedé encantada y desde entonces, no he podido dejarlo. Al parecer es adictivo y nadie ha descubierto la razón. También es cierto que durante esos (relativamente pocos) veranos ha evolucionado de una manera apabullante. Dicen que de todos los deportes, está entre los que más rápido crecen y también que es el deporte del futuro. Cuando yo empecé a practicarlo, además de conocer el juego tuve que familiarizarme con tres características que definitivamente lo diferencian de cualquier otro deporte que yo hubiera practicado antes:
Reflexionando sobre estas tres características que posiblemente son las más usadas para vender el Ultimate y tres de las que yo más aprecio del deporte, me he dado cuenta de que la manera en que convivimos con ellas, tristemente puede no facilitar el pleno desarrollo de algunas personas en el deporte. El contar con una división mixta, necesariamente hace que se trasladen al deporte los problemas de género que tenemos como sociedad mexicana¹, a veces como prejuicios y a veces como violencias. La flexibilidad de la autorregulación nos permite ser complacientes cuando nos enfrentamos a una situación adversa; a veces llegamos a acuerdos por fuera del reglamento que aparentan una solución a corto plazo pero que a la larga resultan perjudiciales. Y el ser un deporte en crecimiento puede convertirse en una excusa para no exigirnos evolucionar, a veces podemos pensar que por estar en crecimiento está bien solapar cosas que sabemos que están mal, que en ese momento no queremos enfrentar, o que está bien permitirlas ahora y que cuando la comunidad crezca podremos regularlas sin temor a perder personas. Estos “lados oscuros” de mis tres características favoritas del Ultimate he podido encontrarlos en un sinfín de situaciones problemáticas dentro de la comunidad: en los torneos, en las ligas, en el operar de la Asociación y hasta en los equipos en los que he participado. *** Por ejemplo, es muy común en el Ultimate en México que en partidos mixtos un equipo (o ambos) cuente con muy pocas jugadoras, en comparación con la cantidad que tiene de jugadores. Como ambos equipos tienen muchas ganas de jugar, deciden llevar a cabo el partido con menos mujeres que hombres en campo en todos los puntos. A veces ni siquiera es necesario hacer explícito el acuerdo, en México está normalizado jugar todo un partido con una proporción de cuatro hombres y tres mujeres (4H:3M) e incluso ni pensar en la posibilidad de cambiarlo durante el partido. Las decisiones de los equipos para actuar de esta manera pueden tener distintas motivaciones: a veces se piensa que es lo mejor para que todas las personas de un equipo jueguen una cantidad proporcional de puntos (como hay más hombres en un equipo, los hombres deben jugar más puntos que las mujeres); a veces es porque exigirle a las mujeres jugar todos los puntos sin descanso podría ser peligroso para ellas; y a veces son tan pocas las jugadoras que ni teniéndolas a todas en el campo todos los puntos alcanza para completar una línea de cuatro mujeres (a veces ni de 3 mujeres). Esto se podría deber a que nuestro deporte está en crecimiento y es “natural” que haya menos mujeres que hombres. Viene de nuestra sociedad machista que sean pocas las mujeres a las se les fomenta la cultura del deporte. Y como el deporte es autorregulado, tenemos el poder de hacer un acuerdo que nos permita jugar. En el caso de este ejemplo, el acuerdo podría ser jugar siempre con la proporción 4H:3M, o incluso hasta cambiarla a 5H:2M o alguna otra opción que aunque esté fuera del reglamento, si ambas partes están de acuerdo y “se benefician” de ello, se les permite. En ésta, la explicación más razonable que encontré de este fenómeno, se encuentran los tres pasos que mencioné antes: el prejuicio de género, el poder de la autorregulación y la justificación de estar en crecimiento. No se mal entienda: no siempre está mal justificar algo con que estamos en crecimiento, pero si acompañando a la justificación, la respuesta a la pregunta: “¿y qué estamos haciendo para que eso cambie?” es nula, entonces es solamente una excusa y es cuando en nada ayuda. La situación de este ejemplo en particular tiene una consecuencia que no siempre es tan evidente pero que cada que la resolvemos de esta manera, contribuimos al estancamiento de nuestro Ultimate mixto. Se vuelve una bola de nieve porque al tener pocas mujeres en el equipo,siempre son una minoría en el campo, lo que disminuye su participación² en el juego (en cuanto a posibilidades de tocar el disco, hacer defensas, hacer goles) y al disminuir su participación, se retrasa su desarrollo, lo que al final impacta en el desempeño de todo el equipo. Y llevado a escalas más grandes, retrasa el progreso de la escena mixta del Ultimate mexicano. *** En los años que llevo jugando, he presenciado varias situaciones similares: llegar a un juego esperando que el otro equipo no nos pida jugar con cuatro mujeres porque ya estamos muy cansadas o somos muy pocas; como celebrar partidos por fuera del reglamento con proporciones de género como 6H:1M y 5H:2M en vez de las tradicionales de 4 y 3; como mandar cuatro mujeres como estrategia pero no por ser nuestras jugadoras claramente mejores que las del otro equipo sino para anularlas por cansancio; como estar en o ver equipos mixtos sin capitanías mixtas; como presenciar torneos oficiales en los que hay equipos con cuatro o menos jugadoras. Si tú has presenciado situaciones similares, me encantaría poder leerlas en los comentarios. *** Me gustaría concluir reiterando que tenemos frente a nuestros ojos un enorme fenómeno llamado Ultimate Frisbee que por una cadena de muy afortunadas consecuencias, está en proceso de formalizarse y que con seguridad puedo afirmar que ha cambiado vidas de maneras muy positivas. Pero tenemos que tener claro como comunidad que las características que nos pueden hacer disfrutarlo como el deporte de nuestros amores, como herramienta de transformación social, de paz y de creación de espacios seguros, también nos pueden jugar chueco si no las asumimos con responsabilidad y con inteligencia. Invito a las personas que hoy me leen a reflexionar sobre las acciones que como deportistas, como ultimateros, pueden contribuir a beneficiar o estancar al deporte. ¿Qué tanto de lo que hacemos hoy o de lo que hoy vemos normal en verdad ayuda al futuro del deporte? ¿Qué tanto sólo resuelve un problema a corto plazo? Las invito a pensar qué podemos hacer para que este deporte donde somos tan felices, crezca, llegue a más personas, eleve su nivel y lo más importante: sea un espacio seguro y de pleno desarrollo para todas y todos. ¹La sociedad mexicana está catalogada como una de las más violentas en cuanto a género en el mundo. Ser mujer en México significa estar expuesta de manera cotidiana a la violencia, desde micromachismos (frases machistas o sexistas que te desvalorizan u objetifican) hasta hostigamiento, acoso, violencia sexual e incluso a la muerte.
²Un estudio profundo de cómo estos dos eventos están relacionados puede encontrarse en este artículo de Ultiworld. Por Gustavo Mitre “cualquiera puede jugar con un frisbee, no todos lograrán jugar ultimate” En aquel inicio del 2001 en San Luis Potosí, cuando estaba yo iniciando apenas el segundo semestre de la carrera de economía, acepté después de casi un año de insistencia, la invitación de mi primo a jugar con un “frisbee” un deporte llamado “ultimate”. Me enamoré del deporte, cabe decirlo. Hoy, viviendo en Guadalajara, casado (con una ultimatera), con una bella niña de poco más de 4 años, donde mi prioridad hoy son ellas y ya no lo es más el deporte, y tras aceptar esa invitación hace 18 años, echo un vistazo a lo que era, lo que fué, lo que me deja, en lo que me convirtió o dejé que me convirtiera. A lo largo de este tiempo, he tenido la oportunidad de apoyar de manera activa en la gestión del ultimate en México en diferentes administraciones. Las primeras cuando todavía era FEMEDIVO (2003), donde se comenzó a buscar un crecimiento estructurado, organizado, buscando estandarizar procesos y criterios para poder llegar a conformar una federación. En aquellos días contaba con mucho tiempo libre y todos mis esfuerzos iban encaminados al Ultimate. Posteriormente, derivado de conflictos de intereses entre varios actores para representar el Ultimate de México ante la WFDF nace ULTIMATE MÉXICO (2010) asumiendo el mismo objetivo que sus predecesores. Pero ya para estos días no contaba con tanto tiempo libre. Sin duda aprendí mucho sobre la administración del deporte, aunque eso no se compara con todo lo que hace falta por entender, aprender y lo más difícil: compartir y ejecutar. Sin embargo, estas organizaciones tienen dos cosas en común: La primera: La entrega por parte de los colaboradores, que brindan su tiempo y recursos para que los jugadores puedan ir a los torneos a sólo jugar y se puedan olvidar de todo y enfocarse únicamente en su equipo y competencia. La segunda: Enfrentarse a la apatía que muestra gran parte de la comunidad respecto a lo que hacen, planean y trabajan. Que muchas veces, incluso, son nuestros amigos. Colaboré para Femedivo, apoyando a Igor Bussey y Gerardo Ramírez, cada uno con un tipo de liderazgo muy distinto, pero ambos coincidiendo en que el Ultimate debía crecer y debía hacerlo de manera ordenada y estructurada, importando el camino, los procesos y los mecanismos para poder lograr sus objetivos. Después llega la transformación a Ultimate México y la dirección de Eliud Hernández, que asumió un reto complejo por las condiciones muy particulares que vivía el Ultimate mexicano en esos momentos. Dentro de los años que pasé trabajando por el deporte que tanto me apasiona, me di cuenta de que, sin importar cuánto tiempo le dediques a algo, tienes que hacerlo con dos elementos fundamentales: decisión y convicción. Qué quiero decir con esto, se toman decisiones que a primera vista son las indicadas y parecen ser la solución a los problemas, sin embargo, desde mi punto de vista, no se revisan a conciencia los beneficios y posibles consecuencias, y es la misma mesa directiva quien frena, ataca o sabotea sus propias iniciativas. Para dar un claro ejemplo de lo anterior, me tocó realizar los actuales código de conducta y el reglamento de sanciones, los cuales han sido utilizados para resolver varios conflictos entre clubes y jugadores, pero varios de ellos se resolvieron de manera diferente a lo dictado por dichos documentos, acatando las recomendaciones de la junta directiva. Un ejemplo mucho más actual, fué lo que sucedió durante la Asamblea Nacional (donde se tocaron varios puntos los cuales los invito a leer en la minuta), en donde se buscó el acercamiento de la comunidad; esto como un esfuerzo para involucrar a la comunidad en la toma de decisiones, participar en el desarrollo de proyectos, conocer los qué, los cómo, los porqués, los cuándo de las cosas que a todos deberían interesarles. Uno de esos puntos fue el tema de los refuerzos, donde ya publicado el sistema de competencia para este 2019, sufrió modificaciones, lo que a primera instancia no está mal, ya que se dió apertura a debatir sobre el tema, pero sin duda, la idea desde su concepción no fue analizada a conciencia ya que dió lugar al debate y no se supo defender en la mesa. Como administradores sabemos que nunca tendremos el agrado de toda la comunidad; sin embargo, creo firmemente que ése es el error, queremos que la comunidad lo entienda y acepte y nos da miedo tomar una decisión que a futuro beneficie a todos, pero que en el proceso no le guste a algunos. Como por ejemplo la unificación de temporadas. Se debe aprender a ver un poco más allá, no ver solamente a la comunidad, tenemos que aprender a ver esto como un todo, como un deporte, donde una parte fundamental sí es la comunidad, pero sin duda, donde deben estar los ojos de nuestra actual administración es en el futuro, el presente se está trabajando y va logrando poco a poco sus objetivos. Desde un punto de vista imparcial, a Ultimate México le hace falta más apertura para sus actuales y futuros asociados, ya que la gran mayoría de las consultas solo se realizan con los miembros de la mesa directiva de UM, es decir a puerta cerrada. Y definitivamente fomentar un verdadero acercamiento y no solo para consultar algunos puntos. Esta apertura también es voltear a ver de manera general los esfuerzos que diversos grupos están realizando a lo largo y ancho del país, como lo es el ultimate de playa, el disc golf, el ultimate indoors, esas también son disciplinas que debe sancionar la futura federación. Debemos tener algo siempre presente, tanto Ultimate México como nosotros (la comunidad): si queremos llegar lejos como deporte, se tiene que entender que es necesario un organismo que regule lo que hacemos y que este trabaja por y para el deporte, no para nosotros y por nosotros. El día de hoy busco hacer crecer este deporte de manera local, sé que no será fácil ni rápido, pero espero que lo aprendido sirva de algo y buscaré a toda costa no cometer los errores que viví y he visto, para que presentes y futuras generaciones comiencen la práctica de nuestro deporte en un entorno ordenado, organizado y abierto al cambio. Y no quiero terminar sin antes compartir la frustración que se siente como administrador, organizador o cualquier otro rol que se pueda tener dentro de alguna empresa, que no hay nada más pesado y frustrante que trabajar, sin importar que hagas lo que hagas, sabiendo que el resultado serán siempre duras críticas, muchas de ellas a veces sin sentido y sólo con el afán (o al menos eso es lo que parece) de criticar por criticar. Los invito a ser constructivos y propositivos en sus comentarios, entre más y mejores críticos nos volvamos, estoy seguro que podremos apoyar mejor a nuestros dirigentes. Espero puedan compartirnos sus experiencias desde su perspectiva administrativa u operativa dentro de sus equipos, organizaciones o torneos. Lo anterior con el objetivo de que sirva como guía para todos nosotros y las futuras generaciones. Edgar E. Garcia Diaz. Hace poco mas de un mes, se llevó a cabo la tercera edición, de la versión infantil de un torneo que todos conocemos, Ulticopa Jr. Tuve la oportunidad de participar como uno de los voluntarios en éste torneo. Enorme fue mi sorpresa al enterarme de la cantidad de equipos. Un total de 12 equipos distribuidos es dos categorías, 5 en Preparatoria y 7 en secundaria. Imagínense, casi 180 niños y jóvenes ultimateros. Apasionados y emocionados por el mismo deporte que ha todos nosotros tanto nos gusta.
Había equipos de la Ciudad de México, algunos de los estados cercanos y otros de estados mucho más apartados como Baja California y Chiapas. Solo puedo imaginar lo emocionante y divertido que debe haber sido esta experiencia para todos los niños. Todos los equipos mostraban un gran entendimiento del Ultimate, empleaban diferentes estrategias, y todos buscaban competir siempre. Partidos de marcadores cerrados y otros quizás no tanto, pero en todos se podía sentir un gran espíritu. Al final los resultados favorecieron a Krakens de Chiapas en la categoría de secundaria. Estos pequeños muestran un enorme potencial y un estilo de juego muy bien definido, sin duda serán un equipo que dará de que hablar en los torneos nacionales y regionales del futuro. Recordemos que estos chicos, ya calificaron una vez al Torneo Nacional Mixto y aunque entonces los resultados les fueron adversos, la experiencia obtenida los hace ahora monarcas de la categoría secundaria del ultimate Jr de México. Queremos felicitar a todos los d equipos participantes: Alebrijes, Exelix, Flash Orbis, Talaveros Jr, Fundación Jose María Álvarez y Baja Sunset. Deseamos que logren consolidar estos proyectos y queremos seguir viendo esa hambre de triunfo alimentada con todas las ganas que han mostrado. En la categoría de preparatoria el equipo ganador fue Tlaxcallan, jóvenes aguerridos y veloces. Algunos de ellos compiten regularmente en los torneos mayores y esta experiencia sin duda les fue de gran ayuda para conseguir este campeonato. Los otros equipos: Killer Bunnies, Colegio Ciudad de México, Flash y Colmillos mostraron una alta competitividad, sigan trabajando chicos, tienen todo para destacar en los torneos por venir. Felicidades a todos los que han creado y llevan estos proyectos. Muchos de ustedes han destacado por siempre fomentar el ultimate en las nuevas generaciones. Ahora, estos chicos son el futuro del deporte en nuestro país y su apoyo es fundamental para lograrlo. Ellos son la nueva generación de la que saldrán las próximas estrellas del Ultimate en México. Seguramente se han encontrado con varias dificultades en el camino, pero la recompensa, que es la satisfacción de verlos en la cancha, seguro que vale la pena. Creo que como parte de la comunidad, debemos involucrarnos todos en el crecimiento del deporte. Aportar nuestro granito de arena. Llevando a alguien nuevo a entrenar, haciéndonos cargo de un equipo, creando proyectos infantiles o incluso organizando retas, ligas y torneos. Todo suma. Una mención honorífica a JUF por la organización de este torneo. Son una parte importante de la comunidad. Siempre trabajando por la difusión y desarrollo del Ultimate en México. Felicidades a todos los voluntarios por tener la disposición de colaborar con la organización, y que aunque el trabajo fue pesado, también nos divertimos y al final, todos coincidimos en que fue muy satisfactorio poder atestiguar lo que puede ser un punto de inflexión en crecimiento del deporte en nuestro país. Esperamos que vengan más torneos como este, cada vez con más equipos y jugadores. Y a nosotros, los jugadores de las categorías mayores, que aunque no podamos jugar estos torneos, podamos seguir participando en el crecimiento del Ultimate de México. Todos Ultimate. |
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Marzo 2023
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